Nueva York, década de 1950, impolutos abrigos y un solitario detective con el síndrome de Tourette, son los elementos esenciales con los que se desarrolla el drama neo-noir “Huérfanos de Brooklyn” de Edward Norton.
Su segunda entrega como director nos conduce a la vida de Lionel Essrog, un detective que se aventura a resolver el asesinato de su único amigo, Frank Minna, interpretado por Bruce Willis. Armado con pocas pistas, goma de mascar y una palabra, muy al estilo del “Ciudadano Keane” (1941). Nuestro simpático protagonista utilizará su mente obsesiva para desentrañar los secretos de la ciudad llevándonos de la mano por los oscuros callejones del Harlem y los dorados pasillos del poder de La Gran Manzana siempre acompañados del suave y cadencioso ritmo del jazz.
Sin saberlo, Lionel enfrentará la corrupción y al hombre más poderoso de Nueva York, el mismísimo Robert Moses (Alec Baldwin), el hombre que en la vida real hizo y deshizo a su antojo a la ciudad de Nueva York con la finalidad de cristalizar su visión de un glorioso Hudson River. Una telaraña de misterios que poco a poco tejerán la red de salvación de este hombre en caída libre.
El mejor acierto de esta película es sin duda el soundtrack conformado, principalmente, por Wynton Marsalis y Thom Yorke, de la cual se desprende la melodiosa “Daily Battles” además de las atmósferas experimentales típicas de Yorke al estilo de “Like Spinning Plattes” (Amnesiac, 2001). Como dato curioso, Edward Norton hace homenaje a Yorke incluyendo líneas de la canción en los diálogos de la película. Son tan poderosos que funcionan a la perfección al describir el estado anímico de nuestro naive detective que a momentos llega a ser tan singular que se gana nuestra simpatía en una memorable actuación de Edward Norton.
“Huérfanos de Brooklyn” esta escrita, dirigida, producida y protagonizada por el actor Edward Nortony basada en la novela de Jonathan Lethem. El elenco de la película también incluye a Gugu Mbatha-Raw y Willem Dafoe.