Después de dos décadas e inspirada en la novela Porno de Irvine Welsh, Danny Boyle y John Hodge retoman Trainspotting para llevar al cine la segunda parte del icónico filme que identificara a toda una generación y acogiera en el manifesto “Choose Life” el espíritu de la juventud de finales del siglo XX.
Renton (Ewan McGregor), el hijo pródigo de Edimburgo regresa al pueblo en busca de redención después de traicionar a sus amigos Simon “Sick Boy” Williamson (Jonny Lee Miller) y Francis “Franco” Begbie (Robert Carlyle) con la accidentada complicidad de Daniel “Spud” Murphy (Ewen Bremner).
Es así como nuestro anti-héroe y sus amigos se reencuentran para enfrentar de una vez por todas las consecuencias de las decisiones que tomaran tiempo atrás y los hundiera en la inevitable espiral del tiempo que les ha rayado el rostro y alejado de los primeros sueños de juventud.
Con una gran jeringa cargada de nostalgia y un OST que te hace extrañar al britpop de entonces, T2 Trainspotting trata de sedar a la audiencia con numerosos guiños a la primera entrega bajo un estilo cinematográfico maduro pero alejado de la excéntrica y novedosa estética que inspiraran filmes posteriores como “Lock, Stock And Two Smoking Barrels” (1998) de Guy Ritchie, “The Football Factory” de Nick Love y la mismísima “The Acid House” basada también en un libro de Welsh.
Se trata del capítulo 21 de la Naranja Mecánica de los noventas, en el que el anti-héroe arrepentido se redime y aborda el tren de la nostalgia para ser el turista eterno su propia juventud, proponiendo nuevos futuros que propicien el fin del ciclo de drogas y violencia que les rodea para recuperar la codicia por la vida, para disfrutar de Iggy Pop sin remordimiento.